La tercera parte de la población de nuestro país vive en comunidades rurales. En ellas, las personas se dedican sobre todo a actividades agrícolas, ganaderas, forestales y artesanales. Generalmente carecen de grandes hospitales, escuelas de educación superior y en algunos casos de electricidad y drenaje. Sin embargo, conservan una gran riqueza de costumbres y tradiciones, el lenguaje de nuestros antepasados como el náhuatl, el otomí o el zapoteco, así como fiestas y prácticas comunitarias que promueven la convivencia y el trabajo.
La danza, la cosecha y el pastoreo son actividades comunitarias.
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